Bunbury vuelve a Madrid seis años después con un Wizink Center completo y entregado
Seis años después de su última cita en Madrid, tres de su último concierto en España y dos de su supuesta despedida total de los escenarios, Enrique Bunbury ha reaparecido este sábado en la capital española en un Wizink Center lleno hasta la bandera y en medio de una gran expectación.
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“¡Es un verdadero placer estar aquí con todos ustedes después de seis años! ¡Demasiado tiempo!”, ha reconocido Enrique Bunbury en su concierto de este sábado en Madrid de unas dos horas y ante más de 15.000 personas, el primero de su carrera en solitario en el que actúa ante el aforo máximo del Wizink Center, sin sorpresas pero muy certero en ritmo y energía.
El artista, que viene de ofrecer unos pocos recitales más en México y en Estados Unidos, concluirá en España una breve gira que, según aseguró, no tendrá continuidad en 2025, lo que hacía de estos conciertos una ocasión única y muy preciada para sus seguidores.
Fue en medio del tour de su 35 aniversario en la música cuando Bunbury comenzó a sufrir una tos convulsiva que le impedía dormir a causa de un componente químico del humo de los conciertos, lo que le llevó a alejarse de ellos hasta anunciar su retirada hasta descubrir la causa y sustituir dicho humo por otro con una “glicerina vegetal”.
Aun así, aquel impás supuso un replanteamiento vital y de carrera y ya advirtió que su vuelta a los directos sería solo parcial y esporádica. De hecho, tras el espectáculo de este sábado, concluirá la gira el próximo 6 de julio en el estadio de La Romareda, en su Zaragoza natal.
Muchas de las emociones de ese tránsito quedaron registradas en su último disco de 2023, Greta Garbo, en el que ha puesto un poco más de énfasis a la hora de elaborar el repertorio, pero no más que por ejemplo en su álbum Expectativas.
A medio camino entre la gira de presentación de un álbum, como si nada hubiese pasado, y la retrospectiva autocelebratoria, como si hubiese ocurrido de todo, el público ha encontrado tanto un par de guiños a la etapa con Héroes del Silencio como cortes de casi todos sus discos en solitario.
En plena forma
Entre notas con cierto aire de western épico, Bunbury ha emprendido el reencuentro con su público hiperpuntual, un pañuelo rojo prendido al cuello en contraste con el negro de su indumentaria, avanzando con paso seguro, gafas de sol y actitud algo provocadora entre gritos de veneración por el ídolo largamente extraviado.
Acompañado de su exquisita banda de Los Santos Inocentes y con el refuerzo de la cantante Erin Memento, que también se ha hecho cargo de guitarras, teclados y coros, pronto han empezado a sonar la reciente Nuestros mundos no obedecen a tus mapas y Cuna de Caín.
“Madrid, ¡muchísimas gracias!”, ha irrumpido en mitad de la letra de Despierta, que los asistentes han coreado sumando su voz a la del artista, sólida y dúctil a pesar de los incidentes del pasado y tan reconocible en sus característicos dejes y engolamiento.
Potente, aunque embarullada en la acústica del recinto, ha sonado Hombre de acción, como El rescate justo después, ante una escenografía realmente sencilla, con dos grandes pantallas laterales, una aún mayor de fondo con proyecciones y focos que pendían a diferentes alturas según la canción.
Invulnerables y su pegadiza dinámica se han revelado ante las masas como el gran tema de su último disco, listo para sumarse al repertorio fijo, mientras la guitarra escurridiza de Álvaro Suite se ha adueñado de Más altos que nosotros solo el cielo, conformando este binomio el primer gran clímax.
Cada concierto, “como si fuera el último”
“Hace apenas dos años que pensaba que esto no iba a pasar más, que no íbamos a tener esta comunión. Volver a subir a escenarios es algo que no doy por sentado y cada concierto lo vivo cada día como si fuese el último”, ha confesado al concluir Que tengas suertecita entre el calor de sus seguidores y pese a mostrarse en plena forma.
Los soniquetes circenses de El extranjero, de su temprano disco Pequeño (1999), han vuelto a poner la pista en ebullición nostálgica, en ese espíritu de pura celebración de la carrera de quien, en algunos casos, llaman el “boss” español.
A velocidad de crucero se había despachado en este punto la mitad de las dos docenas de canciones, el recinto cargado de energía, pero aún quedaban por sonar ases musicales como La actitud correcta y Apuesta por el rock ‘n’ roll, del disco que compartió con Andrés Calamaro, una “recomendación para los tiempos que nos está tocando vivir, que ahí afuera es la puta jungla”.
Huelga decir que, por mucho que se hayan cantado Porque las cosas cambian o la evocadora De todo el mundo, esta última entre el público, el estruendo ha sido ensordecedor con el himno de Héroes del Silencio Entre dos tierras, algo que se ha repetido poco después ya en el tramo final con Maldito duende, también de su mítica exbanda.
Han sido otros dos claros hitos de la noche, pero entre medias aún ha habido espacio para reivindicar obras posteriores como la lúdica Sí o la seminal Lady blue, con su lluvia de asteroides, y el poso cantinero y etílico de Infinito, todo como prolegómeno al cierre definitivo con La constante e …Y al final.