El showman Robbie Williams desata la locura en Barcelona
Robbie Williamsdecidió que su inicio de gira por Europa tenía que ser apoteósico, y lo consiguió. El artista inglés ofreció un show de 2 horas de puro espectáculo, valga la redundancia, donde cupo desde una actuación con su padre hasta el recuerdo a las víctimas del accidente aéreo de Germanwings.
"Me llamo Robert Peter Williams y esta es mi banda. Y durante las próximas dos horas vuestro culo es mío". Así se presentaba el británico Robbie Williams, después de su entrada triunfal en su concierto del Palau Sant Jordi de Barcelona. Una entrada que le duró dos canciones. "Hola. ¿Hay alguien ahí? Barcelona, ¿aún soy vuestro hijo?". Y el Oh Fortuna, de Carmina Burana, de banda sonora de sombras con su silueta. Y apareció en el escenario, bajo las enormes letras rojo neón que llenaban la pantalla: ROBBIE. Primero Let me entertain you, después el mítico Rock DJ.
Teñido de rubio platino y coronado por unos cuernos negros; unos pantalones con los tirantes caídos que le hicieron andar como un pingüino la mayor parte de la noche y un chaleco negro. Aunque el look del británico cambió tanto como el repertorio. Una americana de lentejuelas para Monsoon, chaqué y guantes para Swing supreme, un traje negro con bordados dorados para la impresionante cover de Bohemian Rapsody de Queen, y una falda negra que nadie supo ubicar muy bien, pero que alegró la vista a más de una, las múltiples veces que se la levantó. Pero para alegría, la de la chica que sacó para Candy, a la que se llevó a la cama, literalmente. "Me acabo de divorciar para que me puedas besar", es el cartel que llamó la atención de Robbie a la hora de elegirla. Fue, sin duda, una de las mejores escenas de la noche: quedando a la vista sólo sus cabezas, una pantalla enorme cubría una cama en el centro del escenario, y en ella se veía una pareja bailar en pijama.
Let Me Entertain You Tour es el resultado de meter en una coctelera un poco de cada etapa musical del artista (que no son pocas). En un solo show, Robbie Williams consigue mezclar pop, rock y algo de swing, reminiscencia de su último tour Swing Both Ways Live, que él mismo recordó que no pasó por España (hasta abucheó a sus mánagers por ello). Todo eso aliñado con una buena banda, un equipo de luces y sonido inmejorable, unas coristas y bailarinas que no dejaba nada que desear y todo tipo de sorpresas, como la actuación con su padre, la peculiar canción dedicada a su hijo o las tres reproducciones de su cabeza a modo de bolas de discoteca.
Igual de variado fue el público. El Palau resonó, con puntualidad británica, desde las 21.30h a las 23.30h con los gritos de las más de 15.000 personas que se dejaron entretener, desde los 16 a los 60 años, la mayoría mujeres. Al final del espectáculo todo eran vitoreos y silbidos, fruto del chute de adrenalina que les había dado el showman.
La salida de Robbie Williams del escenario fue igual de especial que su entrada. Con la bandera del Barça que alguien le había tirado atada al micro principal, repitió los primeros versos de la última canción del show, Angels, que dedicó a las víctimas del accidente del avión de Germanwings. Y se fué. El Palau Sant Jordi siguió cantando mientras él bajaba los escalones al backstage. ¿Qué mejor despedida?
La próxima parada en España: 25 de julio en el Hard Rock Rising Barcelona.