Diversidad de opiniones

Los artistas toman medidas contundentes con los móviles en los conciertos por la fiebre por grabarlo todo

Bob Dylan y Alicia Keys secuestran los móviles en la entrada de sus conciertos. Manuel Turizo ha llegado a abandonar el escenario al ver cientos de molestas pantallas frente a él. Robe apela a los derechos de propiedad intelectual para que sus seguidores no graben. Y cada vez son más los artistas que toman cartas en el asunto para acabar con la incómoda presencia de móviles en alto en sus shows.

Smartphone en concierto
Los artistas toman medida contundentes con los móviles en los conciertos por la fiebre por grabarlo todo | GETTY

Madrid28/11/2024 09:16

Sólo hace falta echar un vistazo a fotos y vídeos para comprobarlo. El número de teléfonos móviles en alto para grabar cada concierto es casi el mismo que el de público que asiste y esto ha llegado a cansar a los artistas. Adele fue una de las primeras en protestar contra ello. Fue en Verona, en Italia, en 2016; entonces decidió parar su concierto para pedirle a una persona del público que apagase su smartphone —que además había colocado en un trípode—: “¿Puedes dejar de grabarme con tu cámara? Porque estoy aquí, en la vida real, y podrías disfrutar de esto también en la vida real".

Hace ocho años de ello y el problema no ha hecho más que agravarse hasta el punto de haber acabado con la paciencia de muchos cantantes y bandas. Es el caso de Manuel Turizo que, en un concierto ofrecido el pasado año en Miami, pidió al público que guardase sus celulares y disfrutase del momento. Como no le hicieron caso, su enfado fue a más y amenazó con marcharse. Terminó dejando el micrófono en el suelo y abandonando el escenario durante unos minutos.

La decisión del colombiano no estuvo exenta de polémica: “Por qué no voy a poder grabar si he pagado la entrada?”, se preguntaban algunos en redes. El mismo debate que se originó con la prohibición que impuso Bob Dylan durante su última gira: ni cámara, ni redes sociales, ni WhatsApp, ni siquiera la hora. Para ello, los asistentes depositaban sus teléfonos en unas bolsas para guardar los móviles que se sellaban magnéticamente hasta que finalizaba el evento. Esto despertó la nomofobia —miedo a estar sin el móvil— de muchos de sus fans.

¿Tecnofobia o derechos de propiedad intelectual?

“Nuestros ojos se abren un poco más y nuestros sentidos se agudizan ligeramente cuando perdemos la muleta tecnológica a la que nos hemos acostumbrado”, justificaba el Premio Nobel de Literatura su “innegociable” decisión. La misma razón esgrimen Alicia Keys y Bruno Mars, que también recurren a empresas especializadas en crear espacios sin dispositivos electrónicos en sus shows—opción cada vez más empleada por los artistas—. Quieren que los fans conecten con su música y bailen todo el concierto sin preocuparse de nada más que de disfrutar de esa experiencia única y para ello el teléfono sobra.

Pero detrás de esta fobia a la tecnología, además de la defensa del puro disfrute, también hay aspectos puramente personales de los artistas: cientos de lucecitas brillando pueden molestar y distraerle, y que la gente se pase el recital mirando el móvil para muchos hace imposible la conexión del artista con sus seguidores porque miran a la multitud y lo que ven son personas pendientes de su móvil.

Placebo, la banda de rock británica, lo dice explícitamente al inicio de sus conciertos desde una pantalla: “Nos gustaría pedirles amablemente que NO pasen el concierto grabando con sus teléfonos móviles. Esto hace que la presentación sea mucho más difícil, es más difícil conectar con ustedes y comunicar eficazmente las emociones de nuestras canciones. También es una falta de respeto hacia los demás asistentes al espectáculo que quieren ver el espectáculo, no la pantalla de sus teléfonos”.

Y meridianamente claro lo ha manifiestado Robe en sus últimos conciertos, como ya explicó en 2017 en un post en Facebook: “Un concierto es un sitio en donde se va a experimentar una catarsis colectiva y a vivir un momento único, con el móvil apagado, o en silencio como poco, para poder desconectar y poder vivir ese momento. Y no para estar dando por culo a los demás con ruidos, luces o manos en alto. No es realidad aumentada ni virtual. Es el presente, y si lo estás grabando, te lo estás perdiendo”. Pero además,el fundador de Extremoduro, apeló a los derechos de propiedad intelectual y de imagen de los músicos: “Una sociedad que no respeta la propiedad intelectual es una sociedad condenada a servir como mano de obra a culturas más avanzadas”.

Y es que recordemos que hasta hace no mucho, asistir a un evento musical —o de cualquier otro tipo— implicaba la prohibición de tomar fotografías o vídeos, y esto podría suponer que las cámaras fueran requisadas por los equipos de seguridad. Con la llegada de los móviles la prohibición se desbordó. Pero los que están sobre el escenario están protegidos, según nuestro ordenamiento jurídico, por el artículo 105 de la Ley de Propiedad Intelectual, que vela por sus intereses y la explotación de su trabajo como consideren oportuno, y esto supone que tienen derecho a no autorizar —o sí— esas grabaciones o fotografías, así como su reproducción y comunicación, pública pues pueden ser de mala calidad y desvirtuar el espectáculo ofrecido. Además, al grabar conciertos con el móvil también se estarían vulnerando los derechos de autor de los compositores de las canciones que no siempre son los que las están tocando.

¿Si no lo has grabado, no has estado?

Compartirlo en redes sociales, pasárselo a los que no han podido estar por WhatsApp o, sencillamente, tener un recuerdo de lo que ha pasado esa noche en ese lugar con uno de sus artistas favoritos está detrás de esa pulsión de los espectadores de un concierto por registrar casi cada segundo del concierto.

No poder hacerlo, puede generar cierta ansiedad —además de incomprensión por parte de muchos— pues en esta nueva era nada se entiende sin el apoyo de la tecnología y de la hiperconectividad, pero tampoco parece que vaya a desembocar en una gran crisis que ponga en peligro la música en directo. Y además, siempre los hay más astutos y consiguen sacar el móvil. Y si no, que se lo digan a Beyoncé cuando ofreció un exclusivísimo concierto en Dubai, durante la inauguración del hotel Atlantis The Royal; a pesar de que los smartphones estaban prohibidos y el personal de seguridad vigilaba que nada fuese grabado ni fotografiado, algunas imágenes sí se filtraron.

La solución podría estar en un punto medio, como lo que hizo Nick Cave hace unas semanas. El artista no ocultó su descontento con el uso excesivo de los teléfonos por parte de algunos fans, pero llegó a un trato con ellos: "Escuchad. Está bien, podéis grabar un poco, pero ¿lo vais a hacer toda la noche? ¿Sólo un rato? ¿Qué tal si ahora me grabáis todos? ¿Estáis listos? Y luego guardáis los teléfonos”.

Por cierto, que no todos los artistas están en contra. Damon Albarn, el líder de Blur y Gorilla, en una entrevista en la BBC, defendió el uso de los smartphones en los conciertos porque “crean una atmósfera especial”. Además, se rebeló contra los que prohíben: “Si empiezas a prohibir cosas, ¿dónde termina todo? Creo que simplemente tienes que aparecer y hacer lo tuyo. La gente no querrá estar en su teléfono si te relacionas con ellos correctamente”.