El Madrileño más personal: su familia, sus navidades, trabajos anteriores y el éxito de su música
Se trata del artífice del disco más importante del año. Su música es como un libro abierto pero en las distancias cortas se muestra reservado aunque sincero. El Madrileño charla con Vanity Fair sobre el oficio de cantar y componer y da algunos detalles sobre sus pasiones más personales.
Todo el mundo lo conoce pero pocos saben quién es de verdad. Así es El Madrileño, que con este nuevo disco ha parido a su cuarto alter ego. Primero fue Crema, luego C. Tangana, más tarde un Ídolo y ahora reivindica sus raíces cañíes con El Madrileño. Pocas veces deja ver a Antón -su verdadero nombre-, pero bajo sus capas de genio y figura se intuye a un chaval normal, de barrio.
En sus letras también ha habido un gran cambio, una evolución personal. Ha pasado de hablar de dinero, putas y farlopa a poner en valor el costumbrismo español a base de mantillas negras, conserjes de portal y mocho y sobremesas familiares como la que se montó con Antonio Carmona y Kiko Veneno para los Tiny Desk, conciertos acústicos para la radio estadounidense. Es el tercer español que participa en ellos.
A Silvia Cruz Lapeña, periodista de Vanity Fair, le ha hablado de este desarrollo personal y profesional, que produciéndose de forma paralela a su éxito es inevitable que se intuya en su música. "Nadie es la misma persona con 15 años que con 30, y yo trato de que conviva el artista con quien soy para sentirme a gusto, no en un disfraz. Cuando descubro quién quiero ser, me convierto en él. Luego, llega el desencanto.Y empiezas otra vez", dice.
Vacaciones familiares en un pequeño pueblo
A Luz Sánchez Mellado, de El País, le dijo hace un tiempo que después de "follar, fardar y farlopa" también "hay mucho que fregar", así que el cantante intenta conectar con su voz interior en los momentos de calma, lejos de las entrevistas, los flashes y el humo y el sudor de los conciertos. De vacaciones se reflexiona mejor.
"En un sitio donde llevar a los míos, un pueblo pequeño de costa, tranquilo con pocos turistas. No te digo a cuál, que quiero seguir yendo y ahora hasta en esos sitios se arma follón cuando aparezco", menciona el artista, que pasó su infancia en las playas de Nigrán y Vigo, ciudad natal de su padre, Antón Álvarez, periodista de profesión.
De su madre heredó el sabor andaluz, ya que toda su familia materna reside en Sevilla. "Es una familia muy grande y muy unida", matiza. Ella es Patricia Alfaro, maestra, a la que hemos visto en los vídeos de Ingobernable y el mencionado Tiny Desk. Pucho, como lo llaman sus colegas, siempre se rodea de los más íntimos.
Se crió en el barrio de Puerta del Ángel, en una familia de clase media que le dio todo hasta que cumplió la mayoría de edad. "Me independicé a los 18 años", cuenta después de reconocer que los que ahora son sus compañeros sonaban durante sus viajes en coche: "A Kiko Veneno, Jorge Drexler o Andrés Calamaro los escuché por mi padre".
La música, ¿un curro o una pasión?
Antes de ser una estrella del pop, cuando todavía rapeaba versos con Agorazein, El Madrileño tenía que comer y para ello había que trabajar. Hizo bocadillos en un Pan's and Company, llamaba por teléfono en un call center y hasta metió la patita en la editorial Anaya.
De esa época recuerda el trajín y el desasosiego de no encontrar inspiración en la hosca rutina. "Creía que podía alternar el curro con la música. Pero no era Kafka, y después de una jornada frustrante, estaba amargado y la inspiración no era posible".
Su fichaje por Sony hace unos años fue tema de debate. Él mismo había asegurado años atrás que no se "vendería" a una discográfica y hace un par de Primavera Sound cambió de dirección en una comentada charla con Bad Gyal. Aunque ahora goce de la seguridad que da una gran empresa a tus espaldas, El Madrileño no olvida el significado de la palabra 'jefe', o 'patrón', como él dice.
"He ido a sindicatos, pleiteado con jefes y entiendo el orgullo de pertenecer a la clase obrera, pero en lugar de pensar en cómo mejorar las condiciones de trabajo, me gusta que la gente se busque la vida de otra manera que no implique estar bajo las órdenes de siete patrones", asegura.
Siente que la música le ha dado un título que no le pertenece, pero al César lo que es del César, eso es irrefutable, aunque él discrepe: "La música es algo que se me cruzó. Y si digo artista es para que se entienda, pero es una palabra errónea, sacralizada, como si yo tuviera unas características espirituales e intelectuales distintas a otras personas".
Navidades, política y feminismo
Las Navidades son sagradas y siempre se sienta a la mesa con su familia. Solo faltó un año que viajó con sus tíos a África. Las cenas las recuerda "con consomé, jamón y carne en salsa. Y con emoción, porque cuando mi tío Jesús Rico dice unas palabras y recuerda a mi abuela, todos nos emocionamos".
Sobre la política, C.Tangana no cree que "en la democracia representativa" y solo vota si tiene miedo. "Me niego a estar en ningún bando", dice, como desencantado.
Tampoco se considera "equidistante". "Equidistante es quien quiere llevarse bien con todo el mundo. Yo me llevo mal con todo el mundo", razona en una de las reflexiones más lúcidas de toda la entrevista.
Aunque no se moja en cuanto a las letras que él mismo ha escrito, donde la mujer, además de musa, es un reclamo tremendamente sexualizado, Tangana reconoce que el machismo es un virus cuya única vacuna es la educación, sin echar balones fuera. "El machismo está en todo, no solo en la cabeza y la polla de los hombres. Tampoco vale decir ‘es culpa de todos’, porque así nadie asume su responsabilidad".