Ricardo Ten: el accidente que lo dejó sin los dos brazos y una pierna, su mujer Sonia, sus hijos y el cambio de la piscina por la bicicleta
El valenciano Ricardo Ten se enfrenta a sus sextos Juegos Paralímpicos con un doble aliciente. Por primera vez compite como ciclista y además vuelve a ser abanderado español en la gala inaugural. Comparte protagonismo con la nadadora Michelle Alonso.
Ricardo Ten perdió los dos brazos y una pierna siendo un niño. Tenía ocho años el día que su vida cambió. Estaba jugando con su primo en la casa de campo de sus tíos, que estaba en obras, cuando sufrió una descarga eléctrica.
"Levanté una barra de hierro, supongo que para demostrar lo fuerte que era o algo así, la barra estaba cerca de un tendido eléctrico y aunque no lo toqué debió producirse algún tipo de conexión porque me electrocuté", recordaba recientemente en una entrevista en Nius Diario.
Le cambió la vida pero sus padres, Antonio y Amelia, no le dejaron que aquello marcase negativamente su destino. Tenía que seguir luchando ante la adversidad y él se lo tomó al pie de la letra.
Seis medallas en natación
13 años después, Ricardo Ten, ya con 21, participó por primera vez en unos Juegos Paralímpicos, en Atlanta 1996, y 37 años más tarde, ya con 45, se enfrenta de nuevo a unos Juegos convertido por segunda vez en abanderado español.
Para el valenciano, Tokio 2020 es su sexta vez en unos Juegos. Sólo falló en Atenas 2004 cuando decidió salir de la piscina (hasta este 2020 ha participado como nadador) por falta de ayuda y necesidad de dedicarse a su trabajo. En los cinco juegos en los que ha participado suma tres medallas de oro, una de plata y dos de bronce. Todas, en natación.
La participación en Tokio es especial porque es la primera vez que compite en la disciplina de ciclismo en pista y carretera, en la que se estrenó en 2017. Participa con optimismo y con cierta prudencia.
"Sabemos que es complicado porque los Juegos siempre son una competición muy especial y diferente. Suele estar delante la gente que siempre está, pero también hay alguna sorpresa, y esas sorpresas son las que te pueden dejar fuera. Las diferencias con mínimas y cualquier distracción, cualquier fallo o inconveniente te puede dejar fuera", dijo recientemente en Super Deporte. aunque reconoció que va "para conseguir una medalla, ese es el objetivo y sería también la guinda de la tarta".
El día que cambió la piscina por la bicicleta
El cambio de deporte llegó tras los Juegos Paralímpicos de Río. "Decidí que mi carrera como nadador se tenía que acabar y empecé con la bicicleta", contó sobre por qué dejó el agua por los pedales, y explicó también el origen de sus buenos resultados en tan poco tiempo.
"La gente se sorprende de que haya tenido una progresión tan rápida pero yo ya hacía Triatlón y la bici no era ninguna desconocida para mí, tuve una adaptación fácil", contó el pasado junio tras convertirse en campeón del mundo en la prueba de contrarreloj del Mundial de ciclismo paralímpico de Estoril (Portugal).
Su mujer Sonia, protagonista de su mejor recuerdo olímpico
Pase lo que pase en Tokio, el recuerdo que se lleve de estos Juegos es probable que no iguale a Sidney 2000 cuando consiguió su primer oro.
"Los viví con Sonia —también fue nadadora—, mi mujer y madre de mis dos hijos. Fue inolvidable", contó sobre su pareja, a la que conoció en Atlanta 1996 y con la que empezó una relación, primero de amistad, al coincidir entrenando en el mismo club, en Campanar.
Su primer hijo, Antonio, nació hace 15 años y la segunda, Silvia, hace 13. El primero es el inteligente y la segunda la lista, bromea al hablar de ellos. "Nos dimos cuenta de que [Antonio] destacaba por su sensatez y madurez, y en el cole le detectaron una alta capacidad. Nos propusieron saltarlo de curso y muchas veces su madre y yo le decimos que sea más niño. Yo, a su edad, solo pensaba en pasármelo bien. A veces le digo que somos sus padres y que no utilice un vocabulario tan culto, que no nos va a impresionar". Con los dos tiene el mismo objetivo: transmitirles su pasión por la lectura.
Deportista, excontable y conferenciante
Cuatro años antes de Sidney, en Atlanta 1996, se había alzado con otras dos medallas (plata y oro) pero confiesa que no le ilusionaron tanto. "El deporte paralímpico era amateur: me entrenaba seis horas al día y lo compaginaba con las ocho horas de mi trabajo. En Atlanta no valoré la plata porque por la tarde me quitaron el récord del mundo. Después de Atlanta, solo pensaba en el oro de Sidney: lo logré con récord del mundo. Y los de Pekín también fueron especiales por vivirlos con mi entrenador de toda la vida, Joaquín Madera", añadió sobre este tema en una entrevista en Las provincias.
En aquellos primeros Juegos trabajaba como contable porque el deporte paralímpico no tenía ayudas económicas, ahora es deportista profesional y no tiene que compaginar los entrenamientos con un trabajo fijo.
"Si no lo consigues no pasa nada, también hay que saber disfrutar del recorrido"
"Me dedico al deporte, a las conferencias y a ser embajador de marcas", dijo sobre su ocupación en 2019. Su plan B, contó entonces al hablar de una posible retirada, son las conferencias: "Puedes ayudar a la gente a que sea más optimista y a que se tome la vida con otra filosofía... En la sociedad en la que vivimos no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos. No lo valoramos. Y es abrir los ojos a la gente para que disfrute más".
"La vida no es fácil pero es bonita vivirla"
Ricardo Ten sabe mejor que nadie qué es pasar momentos difíciles. El accidente doméstico que le cambió la vida le obligó a mirarla con otros ojos, con los ojos del optimismo. Eso es lo que transmite en sus conferencias y en sus entrevistas.
"La vida no es fácil pero es bonito vivirla, hay que superar los momentos difíciles", insiste el olímpico. "Por mucho que nos pasen situaciones malas al final siempre acabamos superándolas, los momentos buenos siempre tiene más calor que los malos. Hay que aprender a vivir para disfrutar esos momentos buenos", contó en Nius sobre su filosofía de vida. "No puedes rendirte a la primera de camino, si no lo consigues no pasa nada, también hay que saber disfrutar del recorrido, porque todo el esfuerzo no tiene recompensa, aunque te esfuerces al máximo eso no te garantiza que vayas a conseguir tu objetivo, pero no por eso tienes que dejar de intentarlo".