Sigourney Weaver, de cerca: casada con su primer novio, una hija de 33 años y la película por la que fue nominada al Goya
Sigourney Weaver se une a la ceremonia de los Premios Goya 2024 para recoger el Goya Internacional. La intérprete de 74 años ha sido premiada por la Academia de Cine, que ya la nominó a Mejor actriz de reparto en 2017. Repasamos qué película le dio esta candidatura y descubrimos el lado más personal de la actriz.
La actriz neoyorquina Sigourney Weaver se convierte en protagonista de la gala de entrega de los Premios Goya 2024. La intérprete de 74 años ha sido elegida por la Academia de Cine para recoger el Goya de Honor, que en 2023 recibió Juliette Binoche y en 2022, Cate Blanchett.
La protagonista de películas como Alien, Avatar o Gorilas en la nieve no es nueva en la fiesta del cine español. Estuvo nominada en 2017 al Goya a Mejor actriz de reparto por su papel en la película Un monstruo viene a verme de J.A. Bayona, máximo nominado en esta 38ª edición por la película La sociedad de la nieve.
Aunque en 2017 el premio fue para la actriz Emma Suárez por la película La próxima piel,Weaver sí recibió el reconocimiento del cine español por esa película. En 2016 fue galardonada con el Premio Donosti en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
El secreto de sus papeles femeninos
Este año 2024 la Academia de Cine le da el Goya de Honor por, según apunta en su comunicado, "su impresionante trayectoria plagada de películas inolvidables e inspirarnos creando personajes femeninos independientes, complejos y fuertes".
La actriz, que tuvo problemas en sus inicios porque sus profesores de Yale le dijeron que no tenía suficiente talento, no solo ha interpretado a grandes mujeres, sino que ha ayudado a crear a grandes personajes femeninos.
"Siempre le digo a los guionistas que el secreto para escribir cualquier personaje de mujer es simplemente escribir el personaje pensando en un hombre y, sin cambiar ni una palabra, hacer que lo interprete una mujer sin añadir después ningún tipo de escena en la que de repente se derrumbe y llore", explicó en The Hollywood Reporter.
Un nombre artístico inspirado en un personaje de libro
Mucho antes de despuntar en el cine, la actriz decidió rebautizarse y utilizar Sigourney como nombre artístico. Su nombre real es Susan Alexandra Weaver pero, con 14 años y 1,82 metros de estatura, se dio cuenta de que Susan era un nombre demasiado pequeño para alguien que no paraba de crecer.
Así fue como acabó adoptando este nombre que cogió prestado del personaje Mrs. Sigourney Howard de la novela El gran Gatsby de de F. Scott Fitzgerald. Al parecer el cambio no gustó demasiado en el colegio, pero sus padres —el que fue presidente de la NBC Sylvester Pat Weaver y la actriz británica Elizabeth Inglis— la apoyaron.
Su estatura, además de condicionar su nombre, pudo también condicionar su carrera. De hecho Weaver, que en sus inicios se centró en el teatro, tuvo dudas con el cine porque pensó que esta podría condicionar su carrera.
“Los productores son bajos, yo soy alta, no soy la fantasía sexual del productor medio”, confesó en The Guardian.
Su marido desde hace 40 años y su hija Charlotte
La estabilidad no solo acompaña a Sigourney Weaver en su carrera, también en su vida privada. La actriz está casada desde 1984 con el director teatral Jim Simpson, su primer novio con el que celebra 40 años de matrimonio en 2024.
Se conocieron en una fiesta en Nueva York y esa noche la actriz lo invitó a bailar. Jim le dijo que no, que no sabía mover los pies, y la casualidad hizo que se reencontrasen en la fiesta inicio de rodaje de la película Cazafantasmas. Pronto empezaron a salir y tres meses después se dieron el "sí, quiero".
Se convirtieron en padres en 1990, año en que nació su única hija Charlotte Simpson, quien ha hecho también sus pinitos como actriz.
Su opinión sobre la cirugía estética
Weaver forma parte del grupo de actores y actrices que no ha pasado por quirófano. De hecho, se posiciona en contra los retoques estéticos.
“Me gusta envejecer, es interesante. No creo que sea atractivo tener una cara tensa con el cuerpo de un hombre de 65 años. Me parece que da miedo. Mi madre era una gran belleza y nunca sucumbió a la cirugía plástica. Ella pensó que era mejor envejecer con gracia. Siento lo mismo”, apuntó la actriz en una entrevista con ICON.
Las arrugas no le importan y no ve problema en que la edad se manifiesta en su rostro... y eso que a sus 74 años es frecuente que sea "la persona más vieja en el plató".