El trap latino de Bad Bunny y la elegancia de Paul Kalkbrenner, protagonizan la noche del sábado de Sónar
Bad Bunny se corona como uno de los reyes de la noche del sábado llevando sus ritmos latinos a un Sónar cada vez más abierto a la mezcla de estilos. Pero no por ello dejando de lado grandes estrellas de la electrónica como Paul Kalkbrenner,Amelie Lens o Dixon, que mantienen viva la esencia del festival.
La noche del sábado presentaba la apuesta más arriesgada de esta edición trayendo de cabeza de cartel a Bad Bunny. A pesar de que los más puristas se llevaron las manos a la cabeza tras la confirmación del trapero, la gran cantidad de gente que abarrotaba el Sónar Club dejó claro que no fue una mala elección.
El puertorriqueño salió al escenario a ritmo de ‘Ni bien ni mal’, uno de los temas de su trabajo ‘X 100pre’, que repasó detalladamente mostrando su versatilidad desde la reguetonera ‘Mia’, pasando al trap de ‘Caro’, ‘200MPH’ o la más electrónica ‘Una noche en Miami’.
Tampoco faltaron temas más antiguos que sus fans se sabían de principio a fin y algunos hitazos como ‘I like It’, en el que reivindicó sus raíces y la de todos los latinos que se encontraban en el concierto.
Hacia el final del concierto y con la bandera de Puerto Rico en las pantallas explicó por qué había ido a su país a manifestarse y exigió la renuncia del presidente de la isla, Ricardo Roselló, a grito de “Ricky renuncia”.
Kaytranada volvía al Sónar Pub tres años después, esta vez con una sesión ‘neo soul’, tal como se podía leer en la pantalla. Nada que reprochar a los elegantes sonidos del haitiano, aunque hubiesen sido más propios del Sónar Día que a la 1.30 de la madrugada.
De vuelta a Sónar Club la australiana HAAi demostró por qué es toda una revelación y apunta a convertirse en uno de los básicos de Sónar.
Tras ella, probablemente una de las mejores sesiones de la noche: Paul Kalkbrenner.
Su nuevo trabajo, ‘Parts Of Life’, nos trae de vuelta la electrónica de su juventud, la del Berlín de finales de los 80 y principios de los 90. Y disfrutaba tanto pinchando que era inevitable no quedarse hipnotizado mirándolo.
La noche estaba llegando a su fin y pese que Amelie Lens era una gran apuesta de cierre, el excesivo calor del Sónar Club hizo que finalmente me decantase por Dixon en el descubierto Sónar Pub.
Pese a ser motivos externos al festival, el cambio de fechas y a la huelga de montadores ha hecho que Sónar finalice esta edición con 20.000 asistentes menos que el año anterior, con un total de 105.000 personas.