15 años de '1999' de Love of Lesbian, el disco para volver a donde solías gritar
La ópera prima de Love of Lesbian transformó el panorama indie de la música en español y supuso, para muchos jóvenes, una lectura global del desamor capaz de transformarlo todo.
No hay catarsis mayor que expulsar los demonios gritando canciones en un concierto. Y de 1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna), el disco que consagró a Love of Lesbian, todo el mundo tiene una frase favorita.
En sus letras convergen variedad de emociones, tantas como recuerdos se plasman a lo largo de las 14 canciones que componen lo que Santi Balmes definió en su presentación como "un álbum de fotos".
Los protagonistas de este amor maldito son dos personas caóticas. 1999 (Music Bus, 2009) cuenta una historia real, autobiográfica, pero nublada por el paso del tiempo. Con el amor, sucede como con la infancia. Te recreas tanto en él que llega un punto en el que ya no sabes cuantas cucharadas de ficción has añadido al brebaje. Una fantasía individual que se torna global cuando lo abstracto roza lo concreto.
"Cuando pasan tantos años, la realidad está mezclada con la fantasía hasta que del recuerdo real poco queda", contaba el autor sobre estos espejismos musicales representados sobre Marina y Carlos, protagonistas de siete de los ocho videoclips del álbum.
Más allá de la lírica emocional, Love of Lesbian llevaban 10 años en la música y habían sacado dos discos. Con este, consagraron el desembarco de la música del pop/rock alternativo en una escena musical en la que también despuntó Un día en el mundo (2008), de Vetusta Morla.
/¿a qué no sabes donde he vuelto hoy?/
/que bajen tus labios y me callen/
/voy a romper las ventanas/
/ya no hay ganas de seguir el show/
/todos los raros fuimos al concierto/
/no tienes fondo, no tienes fondo, ¡so hippie!/
Editado sin la pretensión de convertirse en un disco conceptual, lo que provocó fue que el concepto indie se asentase en la cultura popular en unos tiempos en los que no había plataformas dominantes, ni rabiosos algoritmos a los que satisfacer para ganar fidelidad. Un incendio que, 15 años después, continúa sin apagarse.