La 'Isla Morenita' de Carlos Sadness está en tu interior
Carlos Sadness lleva su genuino estilo tropical a un WiZink Center reconvertido en una 'Isla Morenita' donde 7.000 personas se dejaron llevar por el buen rollo de un viaje musical a cargo de Papaya Airlines.
Aparentemente no había nada que celebrar, pero la casualidad quiso que la fecha de uno de los conciertos más ambiciosos de Carlos Sadness coincidiese con el primer año de vida de 'Diferentes Tipos de Luz', el último álbum de estudio del artista y que le ha valido para llevarse un Grammy Latino a Mejor Diseño.
En las sonrisas impacientes de los seguidores del catalán se adivinaba que para ellos cualquier excusa es buena para sacar la vena disfrutona. Entre el público reinaba la diversidad generacional: se encontraron bajo el mismo techo tribus urbanas que nunca hubieran encajado en un mismo pub. Desde el estereotipo madrileño adinerado hasta gafapastas, pasando por padres jóvenes con niños que vivieron su bautismo musical entre palmeras.
La megafonía anunciaba que ese vuelo hacia 'Isla Morenita' duraría 2 horas y 10 minutos y recomendaba a los pasajeros abrocharse el cinturón, porque las turbulencias sentimentales durante el trayecto estaban aseguradas.
La lluvia de sensaciones comenzó con Perseide, que propulsó el avión hacia el cosmos, para luego seguir la estela de Hale Bop y sobrevolar unos Volcanes Dormidos que casi despiertan de su profundidad con tanto jaleo: estarse quieto era imposible. Luego llegó el homenaje "al primer trapero" (Sebastian Bach), Te Quiero un Poco (muy coreada) e Isla Morenita. La sarcástica Miss Honolulu trajo la fantasía ochentera con un vídeo de un grupo de aspirantes a Miss haciendo gimnasia, con el pelo cardadísimo y zapatillas blancas. Todo muy naif. Días Impares, en cambio, atravesó el estadio como un susurro alumbrado por cientos de luces en el aire.
Natalia Lacunza (Operación Triunfo 2018) quiso acompañar a Sadness para cantarle a su fruta favorita en Amor Papaya, pero no fue la única. Alfred García (Operación Triunfo 2017) se subió al escenario para interpretar 'No cuentes conmigo', de su disco 'De la Tierra Hasta Marte'. El último invitado del viaje fue David Otero, que disimuló bien el lapsus con la letra de Groenlandia.
El aterrizaje del avión y la llegada a la isla se materializó con la aparición de dos palmeras de neón sobre el escenario que dieron paso a un set acústico un pelín largo, que además quedó reducido a visibilidad cero para el público del fondo.
Uno de los puntos álgidos llegó a la hora de ponerse el Bikini, uno de los temas mejor enlazados tras el final de Kandinski. Casi igual de intenso queel chispazo que provocó Qué Electricidad, que hizo conexión instantánea y provocó una ola de calor que confirmaba lo que Sadness ya había adelantado: la isla estaba ahí, pero en en el interior de cada uno, y el viaje fue casi terapéutico.