De Julio Iglesias a Xavier Cugat, los artistas latinos que abrieron el camino para Rosalía y Bad Bunny
El éxito actual de la música latina en el mercado anglosajón no se entendería sin reconocer algunos de los nombres que abonaron el terreno hace décadas. Ricky Martin o Enrique Iglesias son artistas relativamente recientes, antes de ellos estuvieron otros como Xavier Cugat, Julio Iglesias o Gloria Estefán. Ellos abrieron paso a Rosalía, Bad Bunny y muchos más.
La actual invasión musical latina en el mercado anglosajón no sería comprensible sin reconocer algunos de los nombres que abonaron el terreno hace décadas, facilitando el reciente desembarco de las estrellas actuales.
Muchos abrieron camino a finales del siglo pasado y comienzos del presente. Entre ellos podemos encontrar a Ricky Martin y su bailoteado spanglish al ritmo de Livin’ la vida Loca, Juanes con La camisa negra y Maná, en connivencia con Santana, y su masivo éxito Corazón espinado, sin olvidarnos de Enrique Iglesias.
Iglesias es el artista latino con mayor repercusión en el mercado anglosajón: es quien tiene más sencillos en el número uno de la lista de éxitos latinos en Estados Unidos y en 2020 Billboard le nombró el Mejor Artista Hispano de la Historia. Con permiso de la familia, claro.
De Cugat a la Fania
Pero vayamos más atrás en el tiempo. Resulta inevitable no remontarse a aquellas décadas en las que los verdaderos pioneros musicales en lengua cervantina realizaban sus solitarias, dificultosas y talentosas incursiones en el mercado anglosajón, alejados de una estrategia común, homogénea y perfectamente planificada.
En este contexto, sería inexcusable no destacar la figura del español Xavier Cugat, uno de los precursores de los ritmos latinos. Cugat era intérprete y director de su orquesta, y participó en numerosas películas del Hollywood dorado interpretándose a sí mismo.
Tras cuatro matrimonios, su última esposa fue Charo Baeza. Baeza se labró su propia imagen y carrera en los EE. UU como guitarrista (exalumna de Andrés Segovia), actriz y cantante. Comenzó a colaborar con la orquesta del propio Cugat, forjando así un personaje de mujer latina sexy y popularizando su grito de guerra: “Cuchi-cuchi”. Se convirtió en una auténtica figura del mundo del entretenimiento estadounidense y apareció en numerosos programas televisivos como Vacaciones en el Mar, The Tonight Show de Johnny Carson, The Sonny & Cher Show, codeándose con ilustres como Frank Sinatra o Dean Martin. Baeza incluso llegó a tener su propio espectáculo en Las Vegas.
Si alguien mantiene dudas de su relevancia, conviene puntualizar que aparece representada en un episodio de Los Simpson, lo que valida a todas luces la notoriedad de cualquier personaje. Parece comprensible que a The New York Times no le quedase más remedio a que dar gracias al cielo por Charo.
El triunfo de Cugat impulsó las carreras de otros directores de orquesta latinos en el mercado estadounidense. Entre esos nombres destaca el legendario percusionista nuyorican (neoyorquino de orígenes puertorriqueños) Tito Puente, y el cubano-mexicano Dámaso Pérez Prado, conocido como “el rey del mambo”.
Como consecuencia del triunfo de la música latina y las sinergias generadas entre diferentes músicos y géneros, nació la salsa. El mayor ejemplo del éxito que tuvo se ejemplifica en la creación del sello discográfico Fania Records, fundado en Nueva York por el productor, promotor y empresario estadounidense Jerry Masucci y el músico dominicano Johnny Pacheco en 1964, dedicado a la promoción de ese tipo de música.
Para ello, entre otras cosas, crearon la gran orquesta Fania All-Stars, que reunía a los mejores artistas del momento. Allí recalaron leyendas del género como Ray Barretto, Héctor Lavoe, Willie Colón, Rubén Blades y… la “reina de la salsa”, la gran Celia Cruz.
Nombres propios latinoamericanos
El mexicano-estadounidense Ritche Valens, con su versión de la canción tradicional mexicana La Bamba, posibilitó su minuto de gloria al rock ‘n’ roll en español en 1959.
Este triunfo fue refrendado tres décadas después por la versión que Los Lobos hicieron del tema dentro de la banda sonora de la película homónima. Esta rendía tributo a la figura de Valens, fallecido prematuramente junto a Buddy Holly y Big Bopper –cuando se encontraban de gira conjunta– en un accidente de aviación “el día en el que la música murió”, como cantó Don McLean.
Entre otras figuras que hollaron la cima “desde dentro de los Estados Unidos” encontramos a la cubana-estadounidense Gloria Estefan, primera hispana en entrar al Salón de la Fama de Compositores de EE. UU., gracias a sus millonarias ventas obtenidas desde mediados de los 80.
Algunas pinceladas de España
Varios artistas españoles han tenido incluso one-hit wonders, es decir, éxitos solo con una canción, en territorio estadounidense. Podemos mencionar a Los Bravos, con Black Is Black, a Miguel Ríos, quien conquistó los mercados internacionales con su Himno a la Alegría, exitosa adaptación de la novena sinfonía de Beethoven, o a Mocedades, “los Mamas and The Papas españoles”, con Eres tú, entre muchos otros.
Un caso aparte es el de Los del Río. Y si no que se lo digan al equipo del partido demócrata durante la campaña electoral estadounidense de 1996, incluyendo a Hillary Clinton, que bailó el remix de la Macarena. El tema, un éxito inesperado y absolutamente internacional, se ha convertido en un clásico de la música popular. Estuvo catorce semanas en el número uno del ranking Billboard, tuvo segunda mejor marca de permanencia de la historia, fue una de las siete canciones cantadas en un idioma diferente al inglés que lideraron la tabla, éxito total en una treintena de países…
Si hablamos de Raphael, tratamos con una de las leyendas más atemporales de la música en español, un artista multiventas. Permanece aún en activo celebrando sus (más de) 60 años de carrera.
Lo de Julio
Y no podemos finalizar este breve recorrido histórico sin glosar la figura del artista más internacional en habla hispana: Julio Iglesias.
Al igual que Rosalía hoy en día, se dejó ver por late nights de gran audiencia, como The Tonight Show con Johnny Carson, contrató a las principales agencias de representación y de prensa del país, explotó su imagen de amante latino, y realizó colaboraciones discográficas inverosímiles con artistas como el cantante de countryWillie Nelson o Diana Ross.
A este enorme éxito contribuyó especialmente su contrato en 1978 con CBS International, con el cantante recién instalado en Miami. Sus siguientes lanzamientos, como A mis 33 años (1978) o Emociones (1979), supusieron grandes éxitos en multitud de países, seguidos del tremendo impacto de Hey! (1980). El álbum fue nominado a un Premio Grammy en la categoría de Álbum Pop Latino, convirtiéndose en una de las cimas más absolutas de su carrera. Las ventas de Hey! se estiman en unos 20 millones de copias. Consiguió repetir nominación a los Premios Grammy en la misma categoría dos años después con Momentos (1982).
Con el fin de entender la dimensión “homérica” de Julio Iglesias, subrayamos el hecho que la discográfica CBS, además de ofrecerle un millonario contrato (13,5 millones de euros al cambio y el 10 % de las ventas), realizó una inmensa inversión promocional (dos millones de dólares en 1983) para su disco In Concert, del que despachó dos millones de copias.
Esos registros fueron mejorados el año siguiente con los cuatro millones de copias vendidas en EE. UU. y otros cuatro en el resto del mundo con 1100 Bel Air Place.. En la cima de su carrera, en 1984, firmó un patrocinio millonario con Coca Cola (que superaba al firmado en esa época entre Pepsi y Michael Jackson).
Todo esto (y más, mucho más) le convierten de manera inequívoca en el artista latino más exitoso de todos los tiempos. 80 álbumes, más de 300 millones de copias vendidas, interpretaciones en catorce idiomas y conciertos en 600 ciudades del mundo le avalan.
Jon Icazuriaga Barcena, Coordinador y profesor del Máster en Gestión Empresarial de la Industria Musical, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja y Rafa Puerta, Profesor de Music Business, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.