La OMS reconoce el “comportamiento sexual compulsivo” como un desorden mental
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incluido en su lista de Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) el “comportamiento sexual compulsivo” como un desorden mental, calificándolo como un patrón persistente de falta de control de los impulsos sexuales que se produce de manera intensa y repetitiva.
Según se desprende del texto de la OMS que llevaba casi tres décadas sin actualizarse, esto no significa que deba ser tratado como una adicción como sí se hace con los juegos de azar o el abuso de drogas.
Algunos de los síntomas que refieren son actividades sexuales repetitivas que se convierten en el centro de la vida de los pacientes descuidando, por ejemplo, la salud, el cuidado personal o responsabilidades; los intentos de dejarlas sin éxito y la continuidad con las mismas a pesar de las consecuencias adversas o de obtener poca o ninguna satisfacción.
Desde la OMS consideran que es un problema que puede influir notablemente en la vida de quienes lo padecen, pero que no encuentran evidencias científicas que demuestren que funcione de la misma manera que las adicciones, por lo que es necesario seguir investigando.
Aún así, su postura supone un gran paso en la salud sexual, especialmente si tenemos cuenta que esta nueva clasificación conocida como CIE-11 podría significar, una vez que entre en vigor a partir de 2022, que personas con este tipo de problemas puedan ser tratadas por los sistemas públicos de sanidad.
Sin embargo, todavía hay mucho debate sobre ello. Por ejemplo, a algunos expertos les cuesta calificarlo como una adicción al considerar que estos trastornos se distancian de los provocados por el alcohol o las drogas que sí incluyen síntomas físicos de abstinencia.
En cambio otros aseguran que la tecnología, el sexo o la pornografía pueden convertirse en adicciones diferentes a las anteriores, pero que también suponen para la persona conflictos internos e importantes niveles de estrés.
La actualización de esta guía, que usan como estándar médicos y científicos de todo el mundo para identificar y estudiar traumatismos, enfermedades y causas de muerte, es fruto del análisis de investigaciones de la última década, lo que también les ha servido para incluir el trastorno mental por videojuegos.