La importancia de despojarse de los complejos en la cama
El sexo es disfrute y para disfrutar hay ciertos aliados. Uno es la autoestima. Las inseguridades y los complejos consiguen justo lo contario. Estás a tiempo de solucionarlo
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Cuando hablamos de complejos e inseguridades en la cama, “rara es la persona que no los tenga”, dice Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sexología.
Comprobarlo no es nada complicado. Solo hace falta dejar caer la pregunta en un grupo de WhatsApp con amigas. “¿Por dónde empezar? Estás abriendo la caja de Pandora”, responde una, antes de dar comienzo a una lista con los suyos. “La luz del día está muy bien para muchas cosas, pero en mi caso no para el sexo. Con una luz tenue el cuerpo está menos expuesto”.
Cualquier cosa puede generar un complejo y el mayor problema está en que va en detrimento de nuestro placer. Aunque, lo más frecuente, dice Molero, “tiene que ver con la capacidad en la cama y con el propio cuerpo. Cuando no se está a gusto con el cuerpo, cuando se tienen estrías o michelines, cuando se tiene un pene pequeño…”.
Así lo han demostrado diversas investigaciones, que suelen apuntar a que se trata de un problema más frecuente en las mujeres, ya que la prevalencia de las que se sienten inseguras con sus cuerpos es mayor desde edades tan tempranas como los 11 o 12 años. Una revisión de 57 estudios sobre la relación entre la imagen propia y el sexo, llevada a cabo por la Universidad de Utretch (Países Bajos), concluyó que "los problemas de imagen corporal pueden afectar todos los aspectos del funcionamiento sexual".
Existe una relación directa entre la imagen que tenemos de nuestro propio cuerpo y la capacidad para disfrutar del sexo
"La autoconciencia parece ser un factor clave para comprender las complejas relaciones entre la imagen corporal de la mujer y la sexualidad. No solo interfiere con la respuesta y experiencia sexuales durante la actividad sexual, sino también con el comportamiento sexual, la evitación sexual y el comportamiento sexual de riesgo”, apunta el estudio.
En una línea similar, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Guelph en Canadá apunta a que existe una relación directa entre la imagen que tenemos de nuestro propio cuerpo y la capacidad para disfrutar del sexo. No gustarse a uno mismo aumenta los niveles de ansiedad y disminuye la autoestima sexual en las mujeres. Este tipo de pensamientos negativos sobre el aspecto físico también disminuyen el deseo y la capacidad de la respuesta sexual. Y, aunque ocurre más entre las mujeres, los hombres no se libran.
Entre las sábanas ellos también tienen sus complejos
Las conclusiones de una encuesta llevada a cabo a 1.000 personas de Europa y Estados Unidos revelan que, aunque lo que más preocupa a los hombres es su capacidad y desempeño sexual, muchos de ellos también tienen problemas e inseguridades con su cuerpo (el 60% de los encuestados frente a un 79% en el caso de las mujeres). Y esto, dice un estudio de la Universidad de Pensilvania, afecta en la manera en la que tienen relaciones. Según las conclusiones de esta investigación, los hombres que no se sienten del todo cómodos con sus cuerpos tienen mayor tendencia a tener relaciones sexuales menos seguras y no usar condón que los que se encuentran más cómodos consigo mismos.
"Cuando nos aceptamos como somos es cuando más hace sentir a otra persona"
Los datos lo demuestran: gran parte de nosotros podemos no estar del todo a gusto con nuestra propia imagen. Sin embargo, dice la sexóloga, “muchas personas saben lidiar de forma adaptativa con sus complejos. El problema llega cuando interfieren en la autoestima y en la manera que tenemos de comunicarnos tanto con nosotros mismos como con los demás”. Y aquí llega la solución: “Lo que debemos hacer es un trabajo interno de entender que lo que más le gusta a los demás es vernos como personas reales y seguras de nosotras mismas. Cuando nos aceptamos como somos es cuando más hace sentir a otra persona”. La experta recomienda dejarse estar en el plano emocional y amoroso del momento sexual para disfrutar, y recuerda que la otra persona está allí porque así lo desea.