La OMS recomienda que los menores de 2 años no tengan acceso a las pantallas
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado una guía para padres y madres con recomendaciones concretas sobre el uso de las pantallas (televisión, ordenador o consolas). En las primeras indicaciones se expone que los niños no deberían tener acceso a este tipo de dispositivos hasta los dos años, edad a la que ya podrían pasar una hora, como máximo.
Los niños no deben tener ningún acceso a las pantallas hasta los dos años de edad y pasar una hora como máximo frente a ellas entre los tres y cuatro años, aunque menos tiempo es mejor, según nuevas recomendaciones emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Se trata de una guía elaborada a partir de la revisión de un centenar de estudios realizados en diversas partes del mundo y que ofrece recomendaciones concretas sobre el tiempo diario que los niños menores de cinco años deben dedicar a la actividad física, al sueño y cómo se debe acortar el tiempo de sedentarismo.
Como pantallas se considera desde la televisión y vídeos, hasta los juegos de ordenador y las consolas.
La OMS ha decidido ser muy precisa en estas recomendaciones adaptándolas a tres categorías de edad antes de los cinco años: menos de un año, entre uno y dos años, y entre tres y cuatro.
Los expertos coinciden en que la infancia temprana, durante la cual hay un rápido crecimiento y desarrollo cognitivo, es el periodo en el que se forman los hábitos de los niños y las rutinas familiares están más abiertas a los cambios y son más adaptables.
"Mejorar la actividad física, reducir el tiempo de sedentarismo y asegurar al niño un sueño de calidad mejoran su salud física y mental, así como su bienestar en general, previenen la obesidad y otras enfermedades más adelante en la vida", explicó una de las responsable en la elaboración de la guía en la OMS, Fiona Bull, en una rueda de prensa.
Los datos disponibles indican que 40 millones de niños menores de cinco años (5,9 % del total) en el mundo sufren sobrepeso.
Para los bebés se propone estimular su actividad física varias veces al día y privilegiar el juego interactivo mientras están acostados, y para aquellos que todavía no tengan movilidad colocarlos al menos 30 minutos a lo largo del día boca abajo mientras están despiertos.
Los momentos de pasividad -incluidos los que pasan en un carrito o silla de bebé, o sujetos a la espalda o contra el pecho de quien se ocupa de ellos no deben superar una hora seguida, mientras que las pantallas de cualquier tipo están totalmente desaconsejadas.
Las horas de sueño deben totalizar entre 14 y 17 en los primeros tres meses de vida, y 12 y 16 horas hasta los once meses, incluidas las siestas.
Para los niños entre uno y dos años, la actividad física debe ocupar al menos 180 minutos del día y adoptar distintas formas, y mientras para los niños de un año se establece que las pantallas deben evitarse, para los de dos se menciona que el máximo debe ser una hora, aunque menos sería mejor.
Las horas de sueño se sitúan entre 11 y 14, lo que incluye el sueño regular y el tiempo que toma el despertarse.
Para los niños de 3 y 4 años se siguen aconsejando al menos 180 minutos de actividad física variadas, pero esta vez se plantea que 60 minutos de ese tiempo debe consistir en actividad física de cierta intensidad.
Un tiempo mayor en actividad física es más saludable, mientras que el tiempo consagrado a las pantallas no debe ir más allá de una hora, en tanto que el tiempo de sueño se rebaja ligeramente a entre 10 y 13 horas diarias.
En el conjunto de este periodo -entre cero y cinco años- los expertos alientan a los padres y cuidadores de niños que los momentos de tranquilidad sean aprovechados en actividades interactivas, como leer o contar una historia al niño y jugar.
El incumplimiento en todas las regiones del mundo de las recomendaciones que ya existen para adultos y adolescentes en relación al tiempo que deben dedicar a la actividad física es ostensible.
Según las evaluaciones más recientes, el 23 % de los adultos y el 80 % de los adolescentes no son suficientemente activos físicamente.
En vista de que los hábitos se instauran en fases tempranas de la vida, la OMS considera que esta guía puede ayudar a generar costumbres saludables que perdurarán en la niñez, la adolescencia y en la vida adulta.