La historia real tras ‘El 47’, la película más nominada en los Premios Goya 2025
Es la favorita de los Premios Goya y parte con 14 nominaciones, entre ellas a Mejor película. El 47 es una historia de lucha asociacionista, la de los vecinos del barrio obrero barcelonés de Torre Baró, y de Manuel Vital, el conductor de autobuses al que la cinta de Marcel Barrena ha convertido en símbolo de la transformación obrera. Esta es la verdadera historia de este episodio de conquista social en la España posfranquista.
De qué va 'La guitarra flamenca de Yerai Cortés', el documental de C. Tangana nominado al Goya
![El cartel de la película 'El 47', nominada a 14 premios Goya. El cartel de la película 'El 47', nominada a 14 premios Goya.](https://image.europafm.com/clipping/cmsimages01/2025/02/04/A4F92E19-A087-4243-A1C5-3478C2F73B9D/cartel-pelicula-47-nominada-11-premios-goya_98.jpg?crop=1200,675,x0,y0&width=1900&height=1069&optimize=low&format=webply)
La historia de reivindicación pacífica y asociacionismo vecinal que cuenta la película escrita y dirigida por Marcel Barrena fue real. Manuel Vital, el conductor de autobuses y líder activista que la protagoniza, al que da vida Eduard Fernández, también existió. Y el que sigue en pie es el barrio barcelonés de Torre Baró que, aunque ha visto mejorar la calidad de vida de sus vecinos, sigue sufriendo el aislamiento al que le han condenado las fuertes pendientes del terreno, el laberinto de calles empinadas, la falta de planificación urbanística y la desatención de las administraciones, a pesar de que han pasado más de 45 años de aquello.
En Torre Baró, el único barrio de Barcelona que no mira al mar, la vida sigue siendo difícil, como señalaron sus vecinos en un reportaje de Informe Semanal. Ahora dos autobuses recorren la zona, el 182 y el 183, pero sigue sin haber “nada”. “No hay un bar, nunca hubo una farmacia, hubo panaderías pero tampoco hay. Y esto qué significa: que todo lo que necesitas hacer tienes que ir a los barrios de al lado. Seguimos bajando por medio de las carreteras, seguimos sin tener aceras, seguimos quedándonos sin luz cuando hay una tormenta… O sea, tampoco hemos cambiado tanto”, reivindicaba Valeria Ortiz, presidenta de la Asociación de Vecinos de Torre Baró, con cierta nostalgia de aquellos años en el que el activismo de los vecinos peleaba sin descanso por la dignidad.
Un barrio a la espalda de la gran ciudad
Situado en la periferia, al norte de la Ciudad Condal, los orígenes de este barrio, al que dan nombre las dos torres construidas por la familia Pinós en los siglos XVI y XVIII, hay que situarlos en la década de los 50 del pasado siglo, en pleno franquismo, cuando cientos de familias procedentes —o expulsadas, como matizaba el propio Manuel Vital en las entrevistas— principalmente de Extremadura y Andalucía comenzaron a construir sus casas en la ladera de la colina de Roquetes. Lo hacían de noche para que por el día tuvieran un techo y la policía no pudiera ordenar su derrumbe, en un terreno de fuertes pendientes y sin ningún recurso.
Solo con sus manos y un férreo espíritu de comunidad, esos vecinos consiguieron hacer de ese asentamiento un barrio que peleó cada avance y así llegaron el agua, el alcantarillado —fueron los propios vecinos los que cavaron—, la luz y las carreteras trazadas sobre los antiguos caminos sin asfaltar. El del acceso al transporte público, concretamente al autobús, terminó siendo un simbólico episodio de la historia de España, y su protagonista, Manuel Vital, un héroe de la transformación social.
Él fue uno de los primeros vecinos que se instaló en Torre Baró, en los primeros años de las década de los 50, procedente de Extremadura, concretamente de la población cacereña de Valencia de Alcántara. Este conductor de autobuses y trolebuses en Tranvías de Barcelona hizo gala durante toda su vida de su talante luchador y su fortaleza liderando las peticiones de sus vecinos como presidente de la Asociación de Cabezas de Familia de Torre Baró durante 26 años.
Un secuestro sin condena pero con recompensa
“Mi abuelo siempre decía, menos hablar y más hacer. Era un líder natural y que tomó una decisión por la comunidad”, recordaba Joana Vital, nieta del protagonista. Fue el 7 de mayo de 1978 cuando, tras haber recurrido en varias ocasiones a la administración solicitando la llegada del autobús al barrio, Vital decidió secuestrar el vehículo de la línea 47 que conducía y se dirigió hasta lo alto de la montaña demostrando que, al contrario de lo que había justificado el Ayuntamiento, sí se podía llegar hasta allí.
"Hizo normalmente su jornada de trabajo en la línea 47 y cuando llegó al final del servicio en el paseo Valldaura se fue al bar Martínez y llamó a su mujer: ‘Carmen, voy para allá’. ‘¿Con quién cuentas?’, le preguntó la mujer. ‘Contigo nada más’, contestó Manuel, antes de volver a la cabina del bus y enfilar hacia la montaña de Torre Baró”, narraba el protagonista al periodista Bru Rovira en La Vanguardia.
“Subí para arriba, subí por la parte de Roquetas, y pasé por lo alto de la montaña con las calles sin asfaltar, porque el problema era ese, estaba harto de pedir que asfaltaran calles y el transporte público. Como no atendían, harto de reuniones y de no atender a la realidad por la que nosotros estábamos pasando, cogí y me dije ‘de un tiro mato dos pájaros’. Entró el autobús y arreglaron las calles”, explicó Vital a Nou Barris TV.
El autobús circuló por las estrechas y empinadas calles de la barriada acompañado por una multitud de vecinos del barrio entre aplausos y proclamas, hasta que Vital fue detenido y acabó a las 11 de la noche en comisaría. Se le amenazó con despedirle de su trabajo, pero finalmente esto no ocurrió —seguramente por las presiones sociales– y consiguió que se prolongase la línea 47 hasta Canyelles en las semanas siguientes. Finalmente, el 23 de mayo de 1980 se creó la línea 77, entre la plaza Virrei Amat y Torre Baró —ahora es el 182—, y el 10 de febrero de 1981, la línea de microbús 93, entre Ciutat Meridiana y Torre Baró.
Cuando Manuel Vital se jubiló en 1983 recibió una condecoración por parte de Transports Metropolitans de Barcelona como reconocimiento por sus años trabajados en la empresa.
Un ficticio aliado, Pascual Maragall
Marcel Barrena, director de la película, quiso rendir su especial homenaje a otra de las figuras esenciales en la transformación de Barcelona, aunque realmente no participó en el momento. Se trata de Pascual Maragall, el que fuera alcalde de la Ciudad Condal entre 1982 y 1997, al que en El 47 interpreta el actor Carlos Cuevas, un joven estudiante de derecho que viaja en el autobús cada día y que decide apoyar y ayudar a Manuel en su lucha.
“Pascual Maragall y Manuel Vital se conocieron personalmente. Maragall, cuando fue alcalde de Barcelona, dormía en casa de vecinos para conocer la realidad de los barrios, llegó a dormir en casa de Manolo Vital y creo que le dio un reconocimiento durante su alcaldía”, contó el actor en una entrevista sobre el ‘cameo’ del político en esta historia social.