María Hervás, más allá de las cámaras: su novio, yoga de madrugada, filosofía y el síndrome que padece
A sus 35 años, María Hervás llega una larga trayectoria sobre las tablas, especialmente en el teatro. A pesar de ser de lo más discreta en su vida personal, desgranamos cómo es el día a día de la intérprete.
María Hervás no es de esas actrices que viven desde la cuna la pasión por la interpretación. Su padre trabajaba en Correos y su madre de camionera, mundos completamente alejados de las tablas.
De hecho, la propia María decidió estudiar arquitectura, pero su pasión por la interpretación hizo que abandonara sus estudios en la universidad y empezara un grado de arte dramático y danza en la escuela de Cristina Rota de Madrid.
Kant para entender el mundo
María sigue viviendo en el mismo barrio donde nació, en Puerta de Toledo, delante de la casa sus padres y cuando no tiene rodaje se dedica a estudiar Filosofía. "Un día normal, sin rodaje, dedico un par de horas a estudiar Filosofía. Hago cuatro asignaturas al año cuando lo normal son diez por curso, pero ya llevo más que mediado segundo", explicó en una entrevista para el Diario Sur.
La actriz asegura que para ella, estudiar es su refugio y ha encontrado en Kant la forma de entender el mundo: "Es el andamiaje perfecto sobre el que se apoyan Heidegger, Hannah Arendt y la antropología feminista, Nietzsche y su tratamiento de la moralidad..."
Practica yoga de madrugada
Otra de las pasiones de María más allá de la interpretación y de la filosofía es el yoga. María practica ashtanga vinyasa, un tipo de yoga basado en los movimientos de la naturaleza que está compuesto por los ocho pasos necesarios para que la mente se enfoque en un solo punto.
En la mencionada entrevista, María reveló que suele practicarlo todos los días, pero debe adecuarlo a los complicados horarios de los rodajes, por lo que suele hacerlo a las cinco de la mañana.
Su novio Miguel
Aunque María se muestra muy discreta a la hora de hablar de su vida privada, en sus redes sociales podemos ver que desde hace tiempo comparte su vida junto a Miguel. A diferencia que María, Miguel si terminó sus estudios en arquitectura y se dedica a ello.
Para María es una suerte que su pareja no se dedique a nada parecido a lo que hace ella: "Es muy saludable". Lo que sí que comparten es su pasión por el cine y todas las semanas acuden a los cines Golem de Madrid a ver alguna película y pasar la tarde juntos.
Su pequeña familia se completa con Iku, el perro de la pareja.
Su papel más difícil
María debutó ante las cámaras con 18 años en la serie Los Serrano, donde vio vida a la rebelde Susana. Su primer papel protagonista llegó en 2010 con La pecera de Eva, y también ha actuado en otras series como El Barco, La que se avecina, La cocinera de Castamar o El Pueblo.
La intérprete, que reconoce que el teatro es "su niño mimado", vivió su papel más duro en esta disciplina. Fue en la obra Jauría se puso en la piel de la víctima de La Manada, el caso de violación múltiple que dejó claro ante la Justicia que "no es no".
"Que en un momento histórico para el feminismo me tocara hacer una obra del caso de La Manada, que ha modificado incluso la legislación, fue una responsabilidad tremenda que me cayó como una losa en su día: representar un personaje que en ese momento está yendo a la misma velocidad que va el mundo. Estar a la vanguardia de la sensibilidad, y eso me flipa", dijo en una entrevista con el Huffington Post.
El síndrome que sufre: PAS (Persona Altamente Sensible)
Los estímulos y su entorno le afectan sobremanera. Absorbe todo: tanto la energía positiva como la negativa. Lo contó en una charla con el periódico anteriormente citado cuando la periodista Paula M. Gonzálvez reconocía su trabajo como actriz y le mencionaba un titular el que se re referían a ella como "una de las actrices más prometedoras".
"Mi vida es súper normal, vivo en el barrio en el que nací, en la calle en la que nací, mis padres viven en la acera de enfrente y mi día a día es muy cotidiano. No me ha cambiado la vida en nada", decía antes de reconocer que a pesar de que le gusta que reconozcan su trabajo, sufre "con todo".
"Se llama PAS (Persona Altamente Sensible) y se puede diagnosticar. Me levanto el 80% de los días pensando que no quiero ser actriz", aseguraba antes de explicar cómo afecta esto a su día a día.
"Soy un poco PAS, todo lo percibo mucho, y eso tiene su lado bueno para actuar, pero todo es todo, y si tengo una jornada de rodaje de 12 horas en la que te tienes que relacionar con 150 personas, cada una con sus energías, con sus necesidades, sus miedos... recibes muchos impactos emocionales a lo largo del día. Cuando llego a casa llego como de la guerra, como si me hubiesen extraído cada gota de energía vital. Eso me genera mucha infelicidad porque siento que soy demasiado frágil para este trabajo. Luego están las exigencias, que caen especialmente sobre las actrices, la cantidad de juicios a los que nos sometemos...", dijo.