"La única broma que no debería haber hecho": la viral inocentada a una abuela y la lección que su nieto aprendió después
Jaime siempre gastó bromas a su abuela el Día de los Inocentes y un día, siendo ya mayor, se le ocurrió cambiar de fecha. Ese día su abuela no le pilló la voz y la broma se le fue de las manos. Ahora lo cuenta arrepentido en un extenso y celebrado hilo de Twitter que acompaña de un importante mensaje: "Amigos, con la ilusión de la gente no se juega".
El 28 de diciembre es día de bromas y el usuario de Twitter Jaime Primero lo celebró cada año hasta que un día la broma se le fue de las manos. ¿La víctima? Su abuela.
En realidad, la broma que se le fue de las manos no la hizo un Día de los Santos Inocentes. La broma de la que se arrepiente la hizo fuera de temporada cuando ya era algo mayor.
"El marido de mi prima y yo la llamamos fuera del día habitual. Era verano y nosotros ya éramos hombres de pelo en pecho, pero nos apetecía gastarle una broma inocente", cuenta en Twitter, donde ha escrito un extenso hilo sobre la que se lio y que acompaña con una importante reflexión. "Amigos, con la ilusión de la gente no se juega. Y menos si esa persona era la más maravillosa que he conocido", dice en su mensaje que supera los 30.000 me gusta y los 4.500 retuits.
La broma de Jaime a su abuela
Volvamos al principio, a la broma. Jaime y su primo llamaron a su abuela, de la que aclara "era analfabeta pero no tonta".
— ¿Es usted Remedios Tal Cual?
— Sí, señor, soy yo.
— Mire, soy Jeremías Aguirre, periodista de El Diario Montañés. Queríamos hacer una serie de reportajes sobre abuelos de futbolistas cántabros y hemos pensado que usted es perfecta para empezar. ¿Le interesa?
— Ay, qué ilusión"
"Ese "ay, qué ilusión" fue como un "ups, la hemos cagado", escribe el usuario que se las ingenió para no quitarle la ilusión a su abuela.
Se pusieron manos a la obra y plagiaron una página de El diario montañés: "Le puse una foto de mi abuela con pie de foto y todo y escribí una entrevista con todo lo que nos sonaba que había dicho". Le hicieron creer que era para internet y que se la imprimirían para que pudiese verla. "Por una vez, se tragó enterita", añade con cierto arrepentimiento.
"La única broma que no debería haberle hecho. Porque, amigos, con la ilusión de la gente no se juega. Y menos si esa persona era la más maravillosa que he conocido. Le leí aquella entrevista varias veces, ella se chuleó frente a las vecinas y nadie, salvo los más cercanos, supo nunca que ese trozo de papel era trola. Sólo estuve tranquilo cuando pasó un tiempo prudencial y se fue olvidando la cosa", explica mucho tiempo después, y reconoce que aún hoy le da rabia contarlo. "Por si mi abuela, que ya no está, se entera y se desilusiona", escribe.
"Era tan buena conmigo que lo solucionaría entornando el ojo izquierdo y soltando un "pero qué tiñoso es" y santas pascuas. Me río sólo de imaginar ese gesto suyo. Y, desde aquella, nunca más hice bromas el día de los Inocentes. Por si acaso".