Amy Winehouse, la estrella a la que no le gustaban las cuerdas
La cantante inglesa nunca quiso que se oyera sonido de instrumentos de cuerda en su disco Back To Black, pero uno de los arreglistas las incluyó de manera muy sutil para no contrariarla
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"Mark, no quiero oír ni una p*** cuerda en el disco". Esas fueron las palabras textuales que Amy Winehouse le dijo a Mark Ronson, productor del segundo álbum de estudio de la artista inglesa, el Back To Black. La idea la sugirió Tom Elhirst para intentar darle otro color a los temas y hacerlo más diferente del Frank, el primer trabajo de Amy.
Por supuesto, así se hizo. O casi. Y en 2006 vio la luz uno de los discos más icónicos de la década, un álbum que solo recibió alabanzas y que consagró a una artista como una de las mayores promesas del soul. Los reconocimientos internacionales no tardaron en llegar: un total de 77 Discos de Platino en todo el mundo, 13 de ellos en Reino Unido (más de 3.9 millones de copias vendidas), e incluso un Disco de Diamante en Brasil.
Pero pese a todo, el arreglista del disco Chris Elliot, sí que metió sonido de cuerdas. Y cuando se lo enseñó todo a Ronson, cuenta Elliot, este respiró hondo y, con mucha calma, se pusieron los dos a revisar las canciones. "Apenas modifció un par de notas", recuerda ahora el arreglista, "y cuando se estaba yendo, me dijo 'Oh, antes de que se me olvide: Amy odia las cuerdas'".
Esto no echó para atrás a Elliot, que mantuvo las cuerdas en un todo muy suave y trémolo, dejándolas casi como una música de ambiente. "Casi de peli de terror", comenta ahora. "Soy un compositor muy centrado en la música para cine, me encantó darle ese ambiente". Repasaron cada canción dos veces antes de dar la luz verde definitiva a un disco que, hoy en día, se ha convertido en el gran éxito de culto de una artista que se fue demasiado pronto.