La fábula de la hormiguita
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En ocasiones recuerdo aquellos entrañables cuentos de los abuelitos. Y no puedo dejar de recordar el que contaba la abuelita Sara, sentadita en su vieja mecedora:
Contaba que la hormiguita Puchi se encontró un día el río crecido, y no podía seguir para llegar a su casa. Pronto comenzó a recoger pajitas del camino para hacerse una balsa y cruzar el rio.
Pasó por allí la ardillita Laura y le dijo:
- ¡Hormiguita! ¡Hormiguita! Móntate en mi lomo, y de un salto te ayudaré a cruzar el rio.
- ¡No! No hace falta. Que ya casi he acabado de atar estas pajitas.
Y la ardillita Laura se marchó. Por mucho que lo intentaba, no conseguía que las pajitas se unieran y quedaran bien. "Al próximo animal que pase le pediré que me ayude a cruzar" pensó.
Al poco tiempo pasó por allí el conejito Josep.
-Hormiguita… ¿Necesitas ayuda?
Puchi se giró viendo al sucio conejo, tuerto, arrugado, con los dientes negros y las babas colgando.
"¡Jo! Yo a este no lo dejo que se acerque." pensó subiéndose a las pajitas y comenzando a navegar.
¡Qué mala suerte tuvo Puchi! Las pajitas se separaron y se ahogó sin remedio.
MORALEJA: MÁS VALE UN CONEJO ASQUEROSO QUE CUATRO PAJAS MAL HECHAS.