La música no tiene género. La música no es gay, ni hetero, ni bisexual, pero tiene un poder reivindicativo muy fuerte. La música es capaz de calar, remover e incomodar. Es capaz de provocarnos dudas, capaz de hacernos replantear toda una historia solo con tres versos, con un susurro, una nota. A lo largo de la historia cientos de canciones han abanderado una causa, utilizando sus letras como instrumento para derribar tabúes y poner las cartas sobre la mesa. La música visibiliza, ilumina la oscuridad, pone sonido al silencio y da voz a los que no pueden hablar. El 17 de marzo se celebra el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia y qué mejor manera de festejarlo que con una banda sonora muy 'orgullosa'.