El pequeño tenía una función en el colegio y debía ir caracterizado como un pastorcillo, llevando además una ovejita de juguete. Hasta aquí todo bien. El problema es que las prisas le jugaron una mala pasada a la madre del niño, que compró rápidamente por internet lo que parecía ser una adorable ovejita hinchable, ¡pero nada más lejos de la realidad! El pobre pastorcillo tuvo que volverse a casa, un tanto abochornado, con la prohibición expresa de su profesora de no llevar de nuevo al animalito a clase. "Ahora estará en su habitación rellenando de Lego el agujero, no sé si reír o llorar", cuenta la madre.