Dicen que las apariencias engañan, ¡y a veces lo hacen demasiado! Exactamente eso les ocurrió a Josequi y sus amigas: ellas iban dispuestas a cazar al chulazo más buenorro de la discoteca. ¡Quién les iba a decir que el chaval era gay y acabaría enrollado con Josequi! ¿Será por qué el destino está escrito? No lo sabemos, pero Josemari cree que sí, sobre todo desde que, casualidad o no, decidió no montarse en el coche de su hermano, justo antes de sufrir un accidente letal.