¿Sabes por qué “sentimos” cuando alguien nos mira fijamente?
¿Te ha pasado alguna vez eso de estar en una sala repleta de gente y de pronto notar como alguien, en la otra punta, te mira fijamente? Puede ser porque le hayas gustado, porque no le guste tu look, o simplemente el camarero al que le has dejado sin pagar los gin-tonics, la cuestión es que te has percatado pero, ¿por qué? ¿Cómo es posible que te hayas dado cuenta?
La ciencia busca respuestas que expliquen lo que se conoce como "percepción de la mirada", que parece estar relacionado con una compleja red neurológica, basada en la combinación de la evolución del ojo humano, la importancia de la interpretación de las miradas en nuestro desarrollo, nuestras habilidades comunicativas, y su uso como mecanismo de defensa y supervivencia, según recoge un artículo de la BBC.
Determinar la dirección de la mirada
El ojo del ser humano tiene una esclerótica (la parte blanca del ojo) muy amplia, en contraposición a la mayoría de los animales en los que la pupila abarca casi todo el ojo. Para ellos, es más fácil ocultarse y evitar que las presas noten su presencia cuando están acechando, mientras que en nosotros, esa esclerótica posibilita detectar desde una distancia considerable hacia dónde miran los ojos de otro ser humano.
Y no solo si miramos de frente, nuestra visión periférica también nos ayuda a determinar si alguien nos está mirando fijamente ya que, según el profesor de Psicología del Centro de Visión de la Universidad de Sídney, Colin Clifford, nuestro cerebro puede interpretar una posible amenaza y prefiere estar atento.
Además, el ser humano depende mucho de la cooperación y coordinación con otros individuos de su especie, y esta habilidad podría favorecer nuestras habilidades comunicativas más allá del lenguaje.
De esta forma, el contacto visual directo se convierte en la señal no verbal más poderosa que tenemos y que utilizamos en los diferentes ámbitos de nuestra vida personal o laboral.
Del mismo modo, tenemos una predisposición genética por la que tendemos a pensar que alguien nos mira fijamente, aunque no tengamos la certeza de ellos. Así lo recoge un estudio publicado en la revista especializada Current Biology.
Una mirada fija es una señal de socialización, y en muchos casos busca entablar conversación. Pero dependiendo de la postura de la otra persona, la dirección de su cuerpo o su cabeza, podría ser causa de alerta.
Pero si nos parece que alguien nos mira de forma furtiva y levantamos la cabeza para devolverle la mirada, podríamos atraer realmente la atención de esa otra persona provocando un intercambio de miradas en la que cada uno supondrá que era el otro quién ha iniciado el contacto visual.
Esto tiene que ver también con el sesgo de confirmación o sesgo confirmatorio, la tendencia que nos lleva a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, y por la que nos resulta fácil acordarnos de si nos hemos vuelto porque “alguien nos estaba mirando”.