El rescate de Victoria Martín a su gato Benito: "Me jugué la vida, llovía y empezó a resbalar"
Victoria Martín viene a Tómatelo Menos en Serio para charlar de su libro Se tiene que morir mucha gente y de paso estirar un poco el chicle de la comedia con una anécdota de lo más loca. Si ha conquistado el corazón de Chenoa, el tuyo seguro que también.
Va por la quinta edición así que dentro de poco vamos a poder decir que es un best seller. Victoria Martín no se imaginaba tener más éxito que Arturo Pérez Reverte pero así ha sido. Su libro 'Se tiene que morir mucha gente' es un verdadero hit literario.
Ana Morgade lo ha definido como un "optimista libro de autoayuda", pero nos da en la nariz que es todo lo contrario. Pero lo que no tiene nombre ni calificación es todo lo que le está sucediendo a la humorista en las firmas de libros. "El otro día una chica me trajo un Lorazepam y una botella de vozka, quieren matarme. Y me trajeron también unas pastillas para ir al baño, saben que no cago, he contado que tengo extreñimiento", cuenta.
"Me subí al tejado y fui con una lata de atún"
Pasamos de la risa al llanto en un momento porque menudo drama el de Victoria cuando se le escapó el gato. "Tengo dos, Borja es el caro, y luego Benito, que lo adopté hace un año y es un hijo de puta. Lo tuvimos que llevar al psicólogo porque maltrataba a Borja", explica antes de que Chenoa haga una terrible confesión: tiró ella a su propio gato por la ventana. "Se apoyó en el alféizar y claro, yo bajé la persiana...", recuerda.
"El mío no se ha muerto. Yo tengo la lavadora fuera y cuando fui a sacar la ropa me dejé la puertecita de la terraza abierta. Entonces ahí se fue y yo buscándolo. Borja no se va, pero Benito sí se fue. Le dije a Nacho 'no está el gato'. Nos pusimos a buscarlo con linternas y la gente nos miraba por la calle. De repente enfocamos y estaba encima del tejado del vecino, en las placas solares.Entonces me subí al tejado y fui con una lata de atún. Me jugué la vida, además llovía y el gato empezó a resbalar. Lo cogí y rallé la placa solar. Me escuchó, salió y se cayó la lata de atún en los pies del señor", recuerda.
Las anécdotas de Victoria Martín son tan locas como frenéticas. Sus sensores para detectar hijos de p*** son infalibles. Y ahora, aunque ha resacatado a su gato, tiene que pagarle a su vecino el rayazo de la placa. "Yo hubiese pedido lo mismo", confiesa Chenoa.
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